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El 4% de las remesas mundiales sale de España

En las calles de Lima, Tetuán, Quito o localidades más pequeñas como la dominicana Compostela de Azua -con apenas 86.000 habitantes pero con una importante colonia en España- se nota el impacto de las remesas en el nivel de vida sus habitantes. Mejores automóviles, mayor consumo en restaurantes, en tiendas y supermercados, pero también precios más elevados por el incremento de la demanda.
Las remesas se han convertido en un factor clave para el desarrollo de numerosos países y superan ya los 240.000 millones de euros anuales, según el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Esta cantidad es equivalente a la riqueza de países como Arabia Saudí, Polonia o Noruega y prácticamente triplica la ayuda directa destinada al desarrollo de los países ricos. Es la auténtica globalización.
Sin embargo, la inversión de estos envíos no resulta del todo efectiva, sobre todo a la hora de consolidar un crecimiento sólido y razonable en los países receptores. A ello se une que los emigrados no aportan ingresos fiscales por su trabajo a los países de origen. Las remesas de los más de 150 millones de emigrados que hay en el mundo han contribuido a una reducción espectacular de los niveles de pobreza -el 80% están destinadas a la compra de ropa, alimentos o vivienda-, pero el incremento del nivel adquisitivo de las familias no aporta la suficiente mejora macroeconómica.
Hay mayor consumo, pero falta inversión e iniciativas emprendedoras.Pese a todo, en algunos países la creación de pequeñas empresas, sobre todo gracias a nuevas ideas que rompen con la dinámica de subsistencia del pequeño comercio tradicional de autoempleo, comienza a emerger. Las facilidades existen: crear una empresa en Perú supone apenas 70 euros y el papeleo se soluciona en apenas una semana. Son las naciones que saldrán beneficiadas de este contexto.Unido al impacto de las remesas más o menos positivo, se ha producido un alza de precios, que han podido amortiguar las familias receptoras de remesas, pero no toda la población. Se gana en euros o en dólares, pero se compra en pesos o soles, pero una vivienda con tres habitaciones que se compraba en el barrio de Miraflores de Lima por 15.000 euros hace cinco años hoy cuesta casi el doble.
Las monedas locales de algunos países se han apreciado de forma brutal en los últimos años, un perjuicio para la competitividad más acusado en aquellos países en los que las remesas suponen un mayor porcentaje del PIB. Es el caso de países centroamericanos como Honduras o El Salvador, con un peso de los envíos en su riqueza nacional superior al 15%, pero países como Ecuador o República Dominicana ya están expuestos a este riesgo. Son cifras que aportaba recientemente The New York Times a partir de un informe del centro de análisis Inter-America Dialogue.En España, la entrada de tres millones de inmigrantes ha contribuido, además del desarrollo económico de nuestro país, a que se disparen las remesas de inmigrantes a sus países de origen. Si el pasado año suponían en torno a 6.800 millones, el 6% del PIB español, este año superarán los 7.500 millones de euros, casi el 4% del total mundial y el equivalente a los PIB de Bolivia o Zambia.
España es el quinto país del mundo en envío de remesas, tras EEUU, Arabía Saudí, Suiza y Alemania.La regularización de 800.000 inmigrantes en 2005 ha disparado las remesas que se han visto incrementadas en más de un 60% y un 44% en países como Bolivia o Brasil, respectivamente. El efecto en la economía española de los envíos masivos es un déficit en la balanza de transferencias corrientes, que hasta hace apenas tres años se saldaba de forma positiva y que tiene un saldo negativo similar al importe de los envíos desde España.Un asunto pendiente son las altas comisiones, que oscilan entre el 3% y el 25% enviado que cobran las remesadoras, un sector con muy poca competencia a la espera de una mayor supervisión que vendrá de la Unión Europea y que pondrá bajo lupa el traspaso de fondos para actividades ilícitas.
El beneficio de las remesas se ha sobrestimado y no se han considerado determinados costes. Al ser un fenómeno relativamente nuevo, resulta necesaria una mejor gestión de los fondos para que resulten realmente positivas en el tiempo a los países receptores.
Enrique Morales, en La Gaceta de los Negocios

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