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Las hipotecas impulsan a la clase media de África

Herrick Mpuku se ha pasado 10 años construyendo una casa para su familia y aún no está terminada. Le faltan gabinetes de cocina y las paredes de cemento siguen sin escayola. Pero ahora el economista de 45 años se está haciendo otra casa, una que espera poder empezar y terminar en menos de seis meses.
¿La diferencia? Mpuku construyó la primera casa según el estilo tradicional africano. En plazos insoportablemente largos que dependían de lo que le sobraba de su salario, compró el terreno, puso los cimientos, levantó unos metros de pared y finalmente puso un tejado. En cambio, para la segunda casa consiguió una hipoteca.
En un continente conocido por la amplia brecha que separa a los desesperadamente pobres y los enormemente ricos, está surgiendo una tímida clase media. Una señal de esto es la aparición de un icono de la vida burguesa: el préstamo hipotecario.
Mpuku se compró una casa en Lilayi Housing Estate, una nueva urbanización de 3.700 casas que provee al comprador una vivienda modesta y una hipoteca para pagarla.
"La clave está en el financiamiento", dice Mpuku, un hombre jovial con una mente matemática que escogió un modelo de tres habitaciones y un pequeño jardín. "No puedo comprarme una casa en efectivo".
El Banco Mundial calcula que la clase media subsahariana estará integrada por unos 43 millones de personas hacia 2030, frente a los 12,8 millones de 2000. Pese a que la mayor parte de la clase media del continente se encuentra en Sudáfrica, los mercados emergentes de países como Zambia, Nigeria, Kenia y Ghana están atrayendo la atención de inversionistas de todo el mundo.
"En África hay una clase media emergente sedienta de vivienda", dice John Simon, vicepresidente ejecutivo de Overseas Private Investment Corp. (OPIC), una agencia gubernamental estadounidense que presta dinero para hipotecas al proyecto Lilayi.
Normalmente, los consumidores de clase media en este continente tienen un acceso mucho menor a las hipotecas que sus pares en América Latina, Europa Central y del Este, y algunas partes de Asia, como India, según OPIC. Y, por lo menos en Zambia, estar en la vanguardia es duro. Los obstáculos burocráticos y legales han retrasado el proyecto de Lilayi en al menos un año.
Tope Lawani, cofundador de origen nigeriano de la firma de inversión de capital privado Helios Investment Partner, dice que los inversionistas se están dando cuenta de que el continente no carece de una demanda para bienes y servicios de clase media, como billetes de avión, electricidad, habitaciones de hotel y servicios financieros. Lo que falta, dice, son compañías dispuestas a invertir en África y crear un mercado competitivo para satisfacer las aspiraciones de la emergente clase media.
Respaldado por inversionistas estadounidenses, entre otros, Helios ha creado un fondo de US$300 millones destinado a compañías que se concentren en los consumidores africanos de clase media.
En Zambia, los ricos compran su casa con dinero en efectivo. Los más diligentes se construyen la suya, si encuentran un terreno disponible, a lo largo de los años, tal como hizo Mpuku. El resto languidece en casas alquiladas o barrios de chabolas. Incluso los jóvenes profesionales viven en chabolas abarrotadas en Lusaka, la capital, por falta de alternativas.
Hasta hace poco, los bancos eran reacios a colaborar. Sólo uno de cada 1.000 zambianos tiene una hipoteca de un banco, según un informe de FinMark Trust, una firma de investigación gubernamental del Reino Unido.
Apenas 16% de los 11,5 millones de habitantes de Zambia recibe un salario y el país carece de oficinas que califiquen los historiales de crédito de las personas para ayudar a los bancos a calibrar el riesgo de sus posibles prestatarios. La corrupción había plagado el Ministerio de Tierras por lo que transferir las escrituras de un terreno podía tomar hasta seis meses. Incluso si alguien sobornaba a las autoridades para acelerar el proceso, eso no garantizaba que no hubiera otras personas que tuvieran escrituras por la misma parcela. Por eso, los bancos nunca tenían manera de asegurarse de que recibirían algo si una hipoteca salía mal.
Además, poca gente estaba interesada en pedir un préstamo cuando los intereses alcanzaban 40% al año. Pese a la falta de un mercado hipotecario, los propios banqueros no pasaban dificultades para enriquecerse. Pagaban intereses de un sólo dígito sobre los depósitos y luego compraban bonos del gobierno que solían pagar entre cinco y 10 puntos porcentuales por encima de la fluctuante tasa de inflación. Es decir, generosas ganancias con poco riesgo.
Unos cuantos años de reformas políticas y económicas han reducido la inflación a un nivel más estable de 11%. Ahora que el gobierno pide menos dinero prestado, los bancos están buscando otras oportunidades, y varios ven en las hipotecas un nuevo horizonte.

Por Michael M. Phillips The Wall Street Journal

El testimonio del salvador de Ingrid



El cabo del Ejército William Flórez, enfermero en una unidad de contraguerrilla, salvó la vida a Ingrid Betancourt en uno de los momentos más trágicos del cautiverio. Ha pasado once años secuestrado por las FARC, en ese tiempo murió su padre, le dejo su novia y sufrido numerosas enfermedades.

Una imagen vale más que mil palabras. La liberación de Ingrid Betancourt y de otros 14 secuestrados por las FARC



Colombia dio a conocer la audaz operación militar en la que rescató sana y salva a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, tres estadounidenses, así como a 11 efectivos de las Fuerzas Armadas y que dejó en evidencia el engaño que sufrieron las FARC.
Los militares que participaron en el rescate se presentaron ante los guerrilleros como extranjeros y periodistas, y entre ellos había una mujer que se hizo pasar por enfermera, según ha revelado el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, al presentar el vídeo de la operación.
El respuesta del Gobierno colombiano se conoció horas después de que una radio suiza citara a una fuente anónima diciendo que la liberación fue el resultado de un millonario pago a algunos miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para que entregaran a los rehenes.
"Hicimos creer a los secuestradores que era una comisión internacional", resaltó Santos, quien destacó los papeles de "verdaderos actores" que hicieron los miembros de la inteligencia del Ejército.
Fueron "seleccionados" y "preparados" incluso con asesoramiento psicológico "y entrenados para que cada uno desempeñara su papel", según los generales Freddy Padilla de León, comandante de las Fuerzas Militares, y Mario Montoya, jefe del Ejército.
Una vez fueron dominados y atados los dos rebeldes, el verdadero comandante de la operación grita que los supuestos extranjeros, así como el 'periodista' y el 'cámara' son en realidad miembros del Ejército Nacional y, al dirigirse a los secuestrados les dice: "¡Ustedes quedan ahora libres!".
Santos y los jefes militares destacaron que si bien sus tropas reciben asistencia de EEUU e Israel, la 'Operación Jaque' fue "100% colombiana".

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