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Los orígenes de El pequeño Caribe

A principios de los 80 en España apenas había un millar de dominicanos. Hoy son casi 80.000. Los frenos a la inmigración de EEUU, Puerto Rico y Venezuela, países que habitualmente habían sido sus receptores, y el boom económico que ha vivido España han contribuido al crecimiento exponencial del colectivo. En Tetuán están censados más de 4.000 caribeños, pero su número seguramente sea muy superior si se tiene en cuenta el número de ilegales. El distrito, donde los controles policiales en busca de sin papeles son constantes, acoge la mayor concentración de dominicanos de toda Europa y es conocido como El pequeño Caribe, La pequeña Dominicana o el Manhattan de Madrid. Son la tercera nacionalidad en número de la zona, tras los españoles y los ecuatorianos. Tetuán es elegido por los políticos dominicanos para celebrar sus actos electorales en Europa y son muchos los caribeños que, aprovechando la jubilaciones de españoles y el abandono del barrio, han comprado un pequeño negocio. Hay calles —Topete, Carnicer, Alvarado o Almansa— en las que exclusivamente hay locales —bares, peluquerías, locutorios y colmados— cuyos propietarios son caribeños. Se juega a la lotería dominicana, al pale, a la nacional o al dominó dominicano, con altas apuestas, y los bares cuelgan nombres como la la Esquina Caribeña, El Sheraton o el Malecón. Los dominicanos, junto con los ecuatorianos y marroquíes, son la nacionalidad que en relación a la población de su país de origen tiene mayor proporción de personas en España.
Un colectivo singularLa inmigración dominicana tiene unos rasgos sociodemográficos singulares. Seis de cada diez dominicanos en España son mujeres, que trabajan en el servicio doméstico. Un 30% tiene como pareja a un español y protagonizan buena parte de los matrimonios entre nacionales y extranjeros. La edad media de los caribeños en España es de 36 años y existe un elevado porcentaje de ancianos y de jóvenes menores de 18 años que han llegado a través de la reagrupación, Proceden en su mayoría de municipios del sur, como Vicente Noble o Tamayo. La población dominicana está escasamente formada. Sólo un 13% tiene educación superior y un 6% son analfabetos, según la Fundación Codespa. La recesión ha afectado de lleno al colectivo. Son pocos los que pueden cobrar el paro o acogerse a las medidas de retorno del ministro Corbacho.

Tetuán, un ensayo de multiculturalidad que se derrumba

La convivencia en el barrio madrileño de Tetuán, uno de los más cosmopolitas de España, con tres veces más inmigrantes que la media nacional y el mayor número de dominicanos de Europa, está en grave riesgo.


Luis Carlos P. P., dominicano de 22 años, muere en un hospital después de recibir dos tiros en la cabeza. El autor de los disparos es un español de 38 años. El joven caribeño conversaba con varios amigos después de haber pasado toda la tarde del viernes pintando su casa, en la que vivía con su novia embarazada de ocho meses.

Nancy C. A., peruana y propietaria de un locutorio, es atracada a punta de pistola por tres dominicanos. En sus brazos tiene un bebé de apenas un año. Los ladrones se llevan lo recaudado durante el día, apenas 200 euros, y encañonan, además de a Nancy, a un español. El atraco es prácticamente idéntico al que sufrió diez días antes.

Los dos hechos, para la Policía, probablemente no tengan conexión, pese a que protagonistas y víctimas son españoles, peruanos y dominicanos y a que tienen lugar a menos de 400 metros de distancia y en un lapsus de tiempo inferior a 24 horas.

Ambos sucesos se desarrollan en Tetuán, un céntrico distrito de Madrid, de 150.000 habitantes y en el que la población inmigrante triplica la media nacional del 11,3%. El porcentaje de dominicanos en la zona es el mayor de Europa.

El distrito, que se ha puesto en múltiples ocasiones como ejemplo de convivencia interracial y en el que hay colegios públicos y concertados que acogen un 90% de alumnos extranjeros, vive una tensión contenida desde hace tiempo. La coyuntura económica ha empeorado la situación social.
El desempleo ha afectado de lleno al colectivo dominicano. Los pocos que consiguieron abrir un negocio, lo han tenido que clausurar ahora. Los que no se han cerrado por la crisis, no abren por acumulación de multas.

La muerte de Luis y el aumento de los asaltos indiscriminados con intimidación pueden ser los detonantes para que estalle el polvorín en un barrio de contrastes en el que se registra el precio de oficina más caro de España y en el que se puede encontrar una habitación con baño por 200 euros.

El PSOE reconoce ahora que la convivencia en este distrito multiétnico corre un grave riesgo y ha pedido más seguridad en la zona. El presidente del Grupo Municipal socialista, Óscar Iglesias, ha admitido que la tensión existe, que son probables nuevos altercados y que existen problemas de convivencia en el distrito entre las diferentes nacionalidades.

Por su parte, la concejala del distrito de Tetuán, Paloma García Romero, ha convocado con carácter urgente el Consejo de Seguridad Local para el próximo jueves con la finalidad de que se informe sobre las medidas que se adoptarán para evitar que se generen conflictos de convivencia en la zona.

Al día siguiente de la muerte de Luis, las calles adyacentes al lugar del crimen aparecieron llenas de pintadas amenazantes: “Matan a un chico, barrio no te calles” o “Luis, 22 años, ni olvido ni perdono”. Desde entonces, las protestas no han parado.

Cuatro policías nacionales custodiaban la zona del suceso día y noche, “por si acaso” y con la confianza de que no tuviesen lugar incidentes. Junto al improvisado altar de Luis, lleno de velas y protagonizado por una fotocopia de una fotografía suya, una mujer de 50 años lloraba desconsoladamente y murmuraba: “Le han matado, le han matado...”. Al lado, un hombre de más de 40 años, lleno de rabia, sentencia: “No le han matado, le ha matado un español”.

La noche anterior, poco después de que disparasen a Luis Carlos, Doris, una dominicana, ya tenía respuestas para casi todos los interrogantes del asesinato. “El español buscaba droga, pero no acudió al lugar indicado, no todos los dominicanos traficamos”. Según otros testigos, el español pidió la documentación a los dominicanos, como si fuese un secreta, e inmediatamente disparó un arma sobre la nuca del dominicano. Doris admite que si los amigos del joven y no la Policía hubiesen cogido al asesino, hoy no estaría vivo.

Tres horas después del crimen, Dionisio —Dionicio—, que ha conocido el suceso por lo que le han ido contando, asegura que todo asesinato tiene su venganza y recuerda que en su país ningún violador o asesino de mujeres sale vivo de la cárcel. “Puede ser hoy, mañana o dentro de dos semanas”.

La armonía interracial en el barrio es una ficción. Los extranjeros de la zona sólo se mezclan con sus compatriotas, salvo los dominicanos, que lo hacen exclusivamente entre ellos y los españoles. Un 30% de los dominicanos es pareja o está casado con un español.

Zhong, un chino que lleva viviendo 14 años en España y es propietario de dos negocios en el barrio, apunta algunas las claves para la convivencia y alerta de los problemas raciales. “Se ha hecho todo mal. En mi tienda trabajan una ecuatoriana y una dominicana para atender a los latinos, ¿pero has visto tú que dominicanos, marroquíes y ecuatorianos trabajen juntos?”, dice. “Vivimos al lado, pero ni trabajamos, ni compartimos, ni nos divertimos juntos”, sentencia.
Por Enrique Morales (LA GACETA DE LOS NEGOCIOS)
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