header-photo
Mostrando entradas con la etiqueta Empleo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Empleo. Mostrar todas las entradas

200 millones de personas trabajan en otro país


Kamal Chowdhury, directivo responsable de un centro de llamadas telefónicas en Bangladesh, tiene graves problemas para encontrar empleados. En ese país es frecuente que un empleado que encuentra un trabajo mejor pagado abandone su puesto ese mismo día y, además, lo haga sin avisar.

El peruano Carlos Villanueva ha trabajado en Nueva York (EEUU) durante ocho años. Tenía un puesto de perritos calientes en Manhattan y ahora reside en España. Es propietario de un restaurante de comida peruana en la Gran Vía madrileña. Los empresarios del Golfo Pérsico no encuentran empleados cualificados, cuando hace apenas cinco años no tenían dificultad para atraer talento de toda Asia.

Los empleados de los estados del sur de México se desplazan al norte del país o al sur de EEUU.

En España hay cinco millones de inmigrantes, un 10% de la población, y la mayoría abandonó Ecuador, Perú, Rumanía o Marruecos por motivos laborales, buscando una vida mejor y un trabajo más remunerado.

El mundo vive un cambio radical en la disponibilidad de mano de obra, un fenómeno global ante el cual la mayoría de los gobernantes, empresarios y trabajadores no está preparados. La causa de fondo es el desequilibrio demográfico: países con mano de obra y con población joven y naciones envejecidas que necesitan trabajadores para seguir creciendo.

La población de los países en desarrollo en las próximas cuatro décadas crecerá a un ritmo seis veces mayor que la de los desarrollados. Mientras, países como Italia o Japón perderán millones de habitantes en pocos años por el envejecimiento de su población.

Las migraciones son un fenómeno imparable y no en una sola dirección. Los trabajadores van dónde se les necesita. Los países que ponen freno a la inmigración sufren las consecuencias. Japón es uno de ellos y por eso debe importar el 70% de sus alimentos. Su población activa no quiere ir al campo a trabajar y, al tiempo, se impide la entradas de inmigrantes.

La crisis económica ha provocado que el Gobierno español haya replanteado las facilidades que había hasta ahora para que los extranjeros viniesen a trabajar. En Francia y EEUU, las restricciones a la inmigración y la limitación de los visados han protagonizado las campañas presidenciales.

Cerca de 200 millones de personas, cuatro veces la población de España y el 3% de la mundial, ha tenido que emigrar en busca de trabajo, sin contar los millones de ciudadanos que se han desplazado dentro de sus países de origen. Los chinos del centro del país emigran a Hong Kong o a Shangai. Los indios se concentran en las ciudades.

Estos datos forman parte de un estudio elaborado por Manpower, bajo el título Trabajadores sin Fronteras, en el que la agencia de colocación insta a replantearse el fenómeno de la inmigración a largo plazo o de lo contrario las empresas lo pagarán en competitividad.

En la misma línea, el diario The Economist apuntaba recientemente que mientras que lo que se plantean los países desarrollados es si las tasas de inmigración son insosteniblemente altas, la realidad apunta a que “quizás no sean ni suficientemente altas”.

En el mundo faltan trabajadores industriales, según el informe de Manpower, mientras que los gobiernos han impulsado la formación universitaria. España no ha escapado a esta circunstancia. Los universitarios se quedan en paro, mientras que, pese a la crisis, las empresas siguen buscando empleados con formación profesional, que encuentran fuera.

Demandan técnicos de mantenimiento, especialistas en refrigeración, enfermeros o fresadores. En Reino Unido los conductores de autobuses son polacos y en Noruega buscan soldadores y electricistas que encuentran en Eslovenia o Lituania. Mientras los trabajadores lituanos se desplazan a los países escandinavos, sus mujeres ocupan sus puestos de trabajo en duras tareas como la construcción.

Globalización y remesas

La globalización e internet han posibilitado el acceso a más información y más facilidades para emigrar. Al tiempo que la reagrupación familiar ha permitido que muchos inmigrantes consideren la nación de acogida como su país. Les ha facilitado una vida mejor, un trabajo y educación para sus hijos. Incluso con facilidades para volver, como las que se dan a los trabajadores rumanos . Los nacionales de ese país se casan con españoles, emprenden negocios y creen que, de momento, las condiciones de su país no son las mejores para volver.

En esta línea, las remesas que envían estos trabajadores son fundamentales. Desde España se mandaron 7.500 millones de euros en 2007, el equivalente al 7.5% del PIB español. Desde el mundo, los inmigrantes enviaron 230.000 millones, igual que el PIB noruego. En Honduras y El Salvador, los envíos desde el exterior suponen el 15% de su riqueza nacional. En Bolivia, sólo los que se realizan desde España son el 10%. de su PIB.

Publicado por Enrique Morales en LA GACETA DE LOS NEGOCIOS

Rumanía necesita los mismos inmigrantes que se fueron a España en los últimos 15 años

Rumanía, recién incorporada a la Unión Europea, de la que recibirá fondos millonarios al menos hasta 2013, con una economía que crece a un ritmo cercano al 7% y con una demanda de vivienda cinco veces superior a la oferta, necesita ahora trabajadores.

Durante las últimas dos décadas, abandonaron el país rumbo a Italia y España entre un 1,5 y dos millones de trabajadores. Ahora los responsables políticos y económicos rumanos urgen su regreso para impulsar aún más una economía en pleno desarrollo, incluso con crisis internacional de fondo.

El caso de Constantin y Ioana, ambos de 30 años, que han vuelto a Bucarest hace apenas seis meses tras permanecer en España más de seis años, es casi excepcional. Él ha trabajado en la construcción, con un sueldo de 1.300 euros, y ella era responsable de una casa rural, por poco más de 900, en un pueblo de apenas 100 habitantes en el norte de Guadalajara (Castilla-La Mancha).

Pese a numerosas campañas e incentivos para convencer a los ciudadanos rumanos para que regresen, algunas realidades no invitan a la vuelta y el Gobierno de Bucarest se ha encontrado con el rechazo de las ofertas.

Ni siquiera la propuesta desde España del ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, de recibir prácticamente la totalidad del subsidio de paro para que los inmigrantes regresen a su país, les ha convencido.

Pocos son los que han regresado, reconocen los responsables rumanos y españoles, aunque no hay cifras públicas oficiales todavía.

Muchos de los rumanos que viven en España, con una formación profesional elevada, mantienen su trabajo; pese a la crisis, ya han comprado una vivienda y tienen un salario casi tres veces superior al que cobrarían en Rumanía. De hecho, los sueldos son el principal freno para que los rumanos vuelvan a su país, dónde la retribución media ronda los 400 euros, un 50% más en las ciudades.

El presidente de la Cámara de los Diputados de Rumanía, Bogdan Olteanu, admite que el país del Este, en este momento necesita un mínimo de medio millón de trabajadores que no están en el país. Ese número coincide prácticamente con los que en la actualidad viven en España y que conforman la tercera comunidad de inmigrantes más importante. Olteanu sabe cuál es el problema y parece tener la solución, aunque no resultará fácil. Asegura que el objetivo del Gobierno es conseguir duplicar en apenas cuatro años el sueldo medio que se recibe en Rumanía hasta los 900 euros. Junto a esto, el Ejecutivo rumano se propone pagar a las mujeres que tengan hijos el 80% de su sueldo durante dos años.

El Gobierno de Rumanía reconoce que será complicado convencer a sus emigrados para que regresen al país, pese a la necesidad real de mano de obra. El problema fundamental está en la construcción, admite el director general de la Agencia de Estrategias Gubernamentales, Dan Jurcan.

La Agencia, en paralelo al objetivo de hacer regresar a los rumanos que están fuera del país, ha realizado un inversión cercana a los ocho millones de euros, en una campaña publicitaria, bajo el título Hola, soy rumano, para limpiar la imagen de sus ciudadanos, muy dañada tras los sucesos en Italia y que ha desincentivado algunas inversiones, según reconoce el propio Gobierno rumano.

Las experiencias positivas en España son muchas. Es el caso de Diana Dinu, que llegó a Cataluña hace 18 años y es la responsable de una consultora, con sede en Barcelona, que asesora a los empresarios españoles que quieran invertir en Rumanía. Llegó como ilegal, pero la integración ha sido plena, pese a las dificultades.


Enrique Morales, desde Bucarest

Ya hay más inmigrantes sin contrato que los legalizados en 2005 ¿Cabe otra regularización?

Hace poco más de un año, el peruano Raúl F. llegó a Madrid desde La Paz (Bolivia). Su mujer, residente legal en España desde 2004, buscó desesperadamente una oferta de trabajo, por la vía legal, que le permitiese venir a España y estar presente en el nacimiento de su hijo. No lo consiguió. Como segunda opción, acudió al mercado negro para comprar un contrato. Lo hizo en cuatro ocasiones y en todas la estafaron. Perdió casi 18.000 euros.
Finalmente, Raúl optó por la vía boliviana, que le permitía entrar en España mediante un visado. Viajó desde Lima a La Paz y allí compró documentos que le identifican como ciudadano boliviano. En Bolivia permaneció seis meses empapándose de la cultura local. En Barajas, la aventura de nuestro protagonista estuvo a punto de frustrarse. Un guardia civil no identificó sus rasgos —alto y con tez blanca— con los de un boliviano. Tras un interrogatorio, en el que fue preciso incluso cantar el himno boliviano, Raúl pudo pisar suelo español.
Ahora trabaja esporádicamente haciendo chapuzas y dos veces por semana como animador en restaurantes y discotecas latinas. No tiene contrato de trabajo, como le sucede a dos de cada diez trabajadores extranjeros por cuenta ajena que hay en España, en torno a 600.000. Esta cifra ya supera a la de los inmigrantes que se regularizaron en 2005 —577.000—, en un proceso en el que era necesario un certificado de empadronamiento anterior a agosto de 2004, el de penales y un precontrato de trabajo de al menos seis meses de duración como norma general.
Aquella regularización, criticada por una parte de Europa y por el Partido Popular (PP), y respaldada por los agentes sociales, por las asociaciones de inmigrantes y por la mayoría del arco parlamentario, contribuyó a aflorar mucha economía sumergida, pues se basó en la presentación de un vínculo laboral, un contrato de trabajo. En 2006, las cotizaciones a la Seguridad Social de los inmigrantes recién regularizados supusieron más de mil millones de euros. Sin embargo, en torno a 120.000 solicitudes de inmigrantes en situación irregular fueron denegadas o archivadas, por la ausencia de algunas de las condiciones, y quedaron en una situación de ilegalidad en España. Desde esa fecha, se han producido nuevas entradas de ilegales y muchos empresarios mantuvieron a sus trabajadores en la irregularidad, lo que devuelve una situación mucho más grave que la de hace tres años.
Alrededor de la inmigración se ha dibujado un mercado de trabajo precario, con altas tasas de temporalidad, empleado en sectores poco productivos y con escasos salarios pese a que buena parte de los inmigrantes tiene elevada cualificación y muchas veces en la economía sumergida, que en España equivale al 26% del PIB. Según un informe del Grupo de Estudios sobre Tendencias Sociales de la UNED y la Fundación Sistema, vinculada al Partido Socialista y dirigido por el catedrático de Sociología y ex dirigente socialista José Félix Tezanos, el 22% de los trabajadores inmigrantes carece de permiso de trabajo y un porcentaje ligeramente inferior no tiene contrato de trabajo. Las mujeres son las más perjudicadas por esta situación de precariedad.
El estudio, basado en una encuesta a unos 2.300 trabajadores extranjeros y financiado por la Secretaria de Estado de Seguridad Social, revela que cas un millón de trabajadores inmigrantes por cuenta ajena —de poco más de tres millones— tiene vínculos laborales fuera de la legalidad. Quedan fuera de esta abultada cifra sectores de economía sumergida o no legal, no objeto de la encuesta, centrada en la población activa, como las actividades irregulares, la venta callejera y la prostitución, por ejemplo.La estabilidad laboral se consigue con dificultad y con tiempo, pero sólo el 27% tiene un contrato fijo y más de un tercio realiza jornadas de más de nueve horas diarias, subiendo espectacularmente la proporción en agricultura, construcción y transporte. El trabajo de Tezanos, titulado Las Condiciones Laborales de los Trabajadores Inmigrantes en España, evidencia también que la entrada en España de la mayor parte de los inmigrantes se ha producido sin permiso de trabajo. Así, tres de cada cuatro aseguraron que no lo tenían a su llegada a nuestro país.La picaresca empresarial —responsable, en parte, de estas situaciones— queda clara con la afirmación de la mayoría de los encuestados de que resulta más fácil y rápido encontrar un empleo sin papeles que con todos los permisos en regla.
Es evidente que la situación obliga a tomar nuevas medidas. Las circunstancias son casi las mismas que encontró el Gobierno en 2004, recién ganadas las elecciones, y que se transformaron en la regularización de 2005. Sin embargo, no se ha manifestado claramente en campaña y, de momento, empresarios y sindicatos son partidarios de dejar ese asunto al margen y regular las entradas a través del contingente y las demandas.
Enrique Morales e Isabel Acosta en La Gaceta de los Negocios

Cinco ideas falsas: La inmigración entra en competencia con la mano de obra nacional (2)

La inmigración entra en competencia con la mano de obra nacional y ejerce una presión a la baja sobre los salarios. Pero basta con aplicar esta afirmación a la estructura global de los asalariados para medir su falsedad. A menudo poco cualificados, disponibles para trabajos que ya no quieren realizar los ciudadanos del país de acogida, los inmigrantes aceptan, a falta de leyes protectoras, lo que les proponen los patronos. Su situación es similar a la de las demás categorías de trabajadores precarios: mujeres, jóvenes y trabajadores no cualificados.
El salario medio de las mujeres españolas es inferior en alrededor del 30% al salario de los hombres: ¡también se las podría acusar de hacer bajar los salarios! Por otro lado, nadie se extraña del importante desfase que puede existir entre el salario de un directivo y el de un empleado o un obrero...
En realidad, el responsable del aumento de estas desigualdades y de la tendencia a la baja de los salarios es el movimiento de liberalización económica en marcha desde mediados de los años ochenta. La globalización financiera favorece un reparto de la riqueza que beneficia al capital y a los asalariados -poco numerosos- que influyen directamente en las decisiones que afectan al capital (directores generales, ejecutivos, etc.). En cambio, sin una ley protectora (fijación de un salario mínimo), sin la intervención del Estado, este reparto tiende a ser desfavorable para los asalariados en la parte baja de la escala. Por lo tanto, los inmigrantes no son en modo alguno responsables del descenso de los salarios. Al contrario, son las primeras víctimas. Porque no tienen más remedio que integrarse en una estructura de salarios de por sí muy poco igualitaria.
Samir Naïr es eurodiputado y profesor invitado de la Universidad Carlos III

Levantemos (más) el Levante

Un informe de Fedea atribuye a la inmigración el 60% del incremento medio del PIB valenciano entre 2000 y 2006. Así, esa comunidad rebasa la aportación que el colectivo de trabajadores extranjeros supone en el conjunto del país en el mismo periodo, que según el mismo informe supera el 38%. Ya otro estudio de la Oficina Económica de Moncloa cifraba esta contribución de la comunidad inmigrante a la creación de riqueza española en el 50%.
Pero hay dos detalles si cabe más positivos en el dato. Uno, que la renta per cápita de la Comunidad Valenciana no descendió durante ese proceso y otro, que el alza del PIB se basó fundamentalmente en la generación de puestos de trabajo. Ahora, el arco mediterráneo se adentra en un periodo económicamente más adverso y ya preocupa en algunos foros la acumulación de stocks de viviendas sin vender. La construcción pasa una mala racha en la zona y el colectivo inmigrante deberá emprender un trasvase hacia el sector servicios. En ese sentido apuntan las previsiones del Gobierno y los analistas. Algunos dicen que no es una reconversión fácil, pues los trabajadores de la construcción necesitan un periodo de aprendizaje para adaptarse a las tareas propias de la hostelería y servicios relacionados.
En cualquier caso, el Levante español ofrece grandes posibilidades en este aspecto, siendo el turístico uno de sus pilares básicos. Los datos hablan solos: la aportación de los inmigrantes a la Comunidad Valenciana no ha sido simbólica, ni mucho menos. Es responsable de casi dos tercios de la riqueza -llamémosla PIB- valenciana. Merece la pena establecer los mecanismos para que los desempleados de la construcción se reenganchen en la hostelería y servicios accesorios, donde ya gran parte de ellos vienen desarrollando su labor; merece la pena aguardar a que su proceso de adaptación se materialice y, cómo no, incentivar que puedan llevar a cabo sus propios proyectos. Que las crisis no paren los trenes. Habrá luz al final del túnel. Y los inmigrantes son una locomotora del crecimiento.

Canadá en el punto de mira: Falta mano de obra

Canadá recibió 429.649 inmigrantes en 2007, la mayor cifra en la historia del país, y 60.000 personas más que hace cuatro años, ante las necesidades laborales del país, informó hoy el Gobierno canadiense. Las autoridades canadienses señalaron que el creciente número de inmigrantes es necesario para responder a la demanda de trabajadores de la economía del país. "El 12% de aumento en el número de trabajadores temporales extranjeros supone la mayor parte del aumento en el conjunto de la cifra de residentes temporales y permanentes admitidos en 2007", dijo el Ministerio de Ciudadanía e Inmigración canadiense. El último censo señaló que en los últimos cinco años la población canadiense aumentó en 1,6 millones de personas, de los que 1,1 millones fueron inmigrantes. Para el 2012 se calcula que la inmigración representará la totalidad del aumento de la fuerza laboral del país. La ministra de Ciudadanía e Inmigración, Diane Finley, dijo que "la escasez de trabajadores se está notando en sectores a lo largo del país. La inmigración está ayudando a responder las demandas laborales y asegurar que las industrias puedan mantenerse competitivas en la economía global".

Fuente: Efe
Free counter and web stats