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Milagro en Quito

Sólo sucederá una vez —como la entrada del euro—, pero la llegada de inmigrantes dispuestos a trabajar ha sido la clave del milagro económico español que comenzó en los años 90 y que todavía disfrutamos. En poco más de dos lustros, España ha sido capaz de integrar a casi cuatro millones de inmigrantes, que han realizado una adaptación modélica si la comparamos con realidades como la francesa, la alemana o la británica, auténticos polvorines de la no integración.
El cambio demográfico provocado por la llegada, adecuada en número, de inmigrantes ha hecho posible que se haya eludido una recesión a la que estábamos abocados y que, en apenas 10 años, las tasas de paro se hayan reducido en muchas comunidades a niveles que rozan el pleno empleo. La contribución de la inmigración a la generación de riqueza ha venido en buena parte de la mano de obra, pero también de un aumento del consumo, incluido de vivienda, otro de los motores.
Desde 1996, se han creado siete millones de empleos, de los cuales uno de cada tres ha sido ocupado por un inmigrante. Con tasas de actividad del 75%, frente al 55% de los españoles, seguirán tirando del mercado laboral.

Dos caras de la inmigración

Constanza lleva cinco años en España y sólo hace apenas unos meses ha conseguido la nacionalidad. Desde que llegó, ha trabajado en prácticamente todas las actividades, cobrando en algunas hasta un 30% menos que los nacionales. Hace un año, gracias a su capacidad de ahorro y a un préstamo, abrió un negocio de hostelería en el centro de Madrid, que no le va mal y en el que tiene tres personas contratadas. Constanza es uno de los nuevos trabajadores autónomos, un colectivo que mantiene vivo el mercado laboral gracias a la afiliación de extranjeros.
Constanza, de Bogotá, es paisana de Caridad, que en un solo año en España se ha casado, divorciado y conseguido la nacionalidad española. Empezó a trabajar, pero sólo seis meses. Ha sido una de los primeras en perder su empleo por la desaceleración económica.Son dos episodios de la inmigración, el fenómeno más positivo para nuestra economía junto a la incorporación a la UE y la adopción del euro. Los extranjeros han generado el 50% de los empleos de los últimos cinco años, han propiciado dos millones de nuevas afiliaciones y son responsables de la mitad del crecimiento del PIB desde 2001.Cada año se nacionalizan 17.000 extranjeros y ya hay 700.000 en esta situación. Prácticamente, la totalidad cumple rigurosamente con los duros requisitos y con la excesiva burocracia, pero también hay algunos que emplean subterfugios, como los matrimonios de conveniencia.
Es un nuevo negocio, el de las bodas por papeles. Hay españoles dispuestos al intercambio por 2.000 euros, menos de lo que cuesta un permiso de trabajo en el mercado negro. Uno de cada tres matrimonios civiles que se celebran son ya entre un español/la y un extranjero/a. Curiosamente, no son las nacionalidades extranjeras mayoritarias en España las protagonistas en estos matrimonios mixtos, en los que participan en un porcentaje muy importante dominicanos/as y brasileños/as. El divorcio exprés ha facilitado este boom de matrimonios efímeros. Los que duran menos de un año se han incrementado un 330%. Son dos caras de la inmigración. Es evidente que nos debemos quedar con la imagen que representa Constanza.

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